jueves, 6 de agosto de 2020

Érase una vez...


En un continente, cuyo nombre no recuerdo con claridad, existía un país muy rico, no sólo en materias primas sino en sus gentes, un país que podía ser potencia económica, pero no lo era pues sus riquezas habían comenzado a ser saqueadas desde el siglo XVI por una de las potencias europeas del momento, pero en el transcurrir de los siglos fue cambiando de saqueadores: luego otra potencia europea, luego americanas, luego algunas de las clases dominantes del mismo país...y, a pesar de todo, el país continuaba siendo rico.

Un país que se unió por el descontento el 20 de julio de 1810, pero que luego se entretuvo en luchas internas hasta que llegó nuevamente el poder extranjero y retomó el poder.

Nuevamente se une en 1819 y así el 7 de agosto de aquel año, con la ayuda de muchos campesinos, se logró poner fin a una invasión de más de 300 años.

Pero, como ya había sucedido antes, ahora se enlazaron en una lucha por el poder quienes antes lucharon para expulsar a los extranjeros; en esta nueva lucha se mezclaron intereses afectivos pues se afirma que los dos máximos líderes se enamoraron de la misma mujer y se buscaban a muerte, todo bajo el manto de concepciones políticas irreconciliables. Uno muere en 1830 en una ciudad costera y el otro en 1840 en la capital del país. Pero la enemistad de ambos dejó muchos muertos...del pueblo.

En las siguientes décadas del siglo XIX se sucedieron muchas guerras (algunos opinan que 54), cuyas razones pasan por inconformidades en elecciones, luchas por el poder y luchas entre los partidos (azules y rojos), todas ellas centradas en la “defensa de la institucionalidad y el interés político”, quedando muchos muertos...del pueblo.

El Siglo XX es recibido en ese rico país con otra guerra llamada “la guerra de los mil días” animada por miembros del “partido nacional” que cambiaron de “toldo” y de nombre; luego de más de 100.000 muertos, la destrucción de la economía, la pérdida de una parte del territorio (curiosamente países como Venezuela, Ecuador, Guatemala, Nicaragua y Estados Unidos también intervinieron) y algunas conversaciones, se pactó el fin de la guerra el 24 de octubre de 1902. Y nuevamente, la mayoría de los muertos fueron puestos por el pueblo, no por los dirigentes.

Continúa este siglo XX con una hegemonía del partido de “los azules” que llegó hasta 1930, sucediéndose luego varios gobernantes del partido de “los rojos”. Sin embargo, en la década de los 40’s surge la figura de un abogado del partido de “los rojos” que empieza a atraer multitudes; en las elecciones de 1946 el partido “rojo” se divide dándole nuevamente el poder a “los azules”. Este abogado que se perfila como el próximo gobernante del país, es asesinado el 9 de abril de 1948, por Juan Roa Sierra (o eso dice la historia escrita por los que siempre han gobernado el país) y se genera una nueva época de violencia partidista: nuevamente entre los “azules” y los “rojos” que se señalan mutuamente por el asesinato. Algunas versiones manifiestan que, con ayuda extranjera, se da este asesinato apoyado por el partido de gobierno.

Empieza lo que nuestros papás y abuelos llamaban la “época de la violencia” (aunque ese bello país ha vivido en violencia constante). Violencia que fue reprimida por “Los pájaros” y “los chulavitas” como grupos de afiliación “azul” cuya misión era intimidar y asesinar a los residentes y campesinos de afiliación “roja”. Muchas historias se han construido sobre este tiempo de violencia, donde existían pueblos “rojos” a donde no podían ir los “azules” y pueblos de “azules” a donde no podían ir los “rojos”; donde los unos iban al pueblo de los otros y asesinaban, violaban, robaban, etc. y luego los afectados “devolvían el favor”; recuerdo a mi difunto papá contándome que, en ocasiones, por llevar un peine o un pañuelo de este o aquel color eran golpeados.

En este ambiente surge la figura de un militar que logra cierta pacificación y le brinda nuevas fuerzas a la economía y política del país (se reconoce el voto femenino), pero luego, en 1957, los mismos dos partidos políticos, “rojos” y “azules”, quienes eran “fervientes” enemigos, se sentaron y “se repartieron el poder” por 4 períodos; a esto la historia lo llama “el Frente Nacional”. En este período surgen nuevos actores de violencia motivados por ideologías de izquierda.

En 1970, el mismo militar que había reconocido el voto femenino se postula como candidato presidencial pero, gráficamente, como lo explicara mi docente de sociales en 1990, “hacia las 11:30 p.m. iba adelante el militar..y se fue la luz… y al llegar el fluido eléctrico iba adelante el candidato del Frente Nacional”. De allí surge otro nuevo actor de violencia conocido como el M-19.

En los años posteriores se van heredando el poder entre “rojos” y “azules” ; algunos buscan implementar políticas violentas contra quienes “piensen distinto”, otros buscan llegar a “tratados de paz” que no se consuman. En este tiempo son asesinados varios candidatos a la presidencia con nuevos partidos políticos en la contienda… Asesinatos que son atribuidos a un nuevo agente de violencia: “el narcotráfico”; pero como dice una parábola “la culpa es de la vaca”, pues investigaciones posteriores dan cuenta que el Estado, con todo su poderío, estuvo detrás de dichas muertes.

Llega la última década del siglo XX con un presidente al que le cayó el cargo “en paquete de regalo” al ser asesinado el candidato que encabezaba y era de ese partido; luego unas elecciones enturbiadas por la presencia de “un elefante muy grande” y se termina el siglo XX, que había comenzado con violencia… ¿adivine con qué? Con violencia!, pues dos grupos armados ilegales se disputaban el poder contra un Estado que buscaba un nuevo acuerdo de paz (aunque no se sabe si lo que se quería era justificar la guerra)… y nuevamente muchos muertos son puestos por el pueblo, pues soldados, policías y guerrilleros eran del mismo pueblo pobre que “eran puesto como carne de cañón” mientras los jefes “tomaban tinto”.

Todavía recuerdo, a mis 13 años, la invitación de un cabecilla de la guerrilla: “Deben tomar bando: o los “chulos” (militares) o nosotros; si se mantienen en la mitad van a recibir plomo de los dos lados”. Qué tristes recuerdos para unos estudiantes adolescentes que no conocían violencia alguna sino la generada en el trabajo diario en las fincas luchando contra las vacas que se pasaban de un potrero a otro o cosas semejantes!.

Y llega el siglo XXI, un presidente que empieza a atacar de frente a estos grupos armados ilegales de izquierda; para muchos fue la gran salvación pues habían sufrido el atropello de dichos grupos durante años, muchos habían perdido a sus seres queridos en sus manos cuando ellos eran la “única ley presente”; para otros fue el desastre porque fueron señalados de auxiliadores de las guerrillas cuando sólo querían sobrevivir en paz en medio de sus campos de los que tuvieron que huir y terminar engrosando los cordones de miseria de las grandes ciudades. Depende a quién se le pregunte, pues cada uno tiene su propia experiencia y habla desde allí. Tengo dolorosos recuerdos de personas asesinadas porque “alguien dijo” que era partidario de tal o cual grupo. Muchas personas se beneficiaron de la presencia y la fuerza de una u otra banda, no sólo porque “señalaban” a aquellos que pudieran afectar sus intereses, sino porque abiertamente trabajaban para éste o aquél grupo con todo lo que ello significaba. Aumentando el odio y el dolor. Y casi todos estos muertos eran del pueblo pobre porque los líderes y comandantes nunca estaban en el área de guerra o asesinatos.

Y el Ministro que ayer empuñó la política de ataque directo a tal grupo, luego se cambió de máscara y enarboló el “proceso de paz”. Pero el odio seguía!.

Llegamos al hoy… Un país dividido simplemente porque sus habitantes no somos capaces de aceptar que los demás piensen distinto, más aún nos enorgullecemos de sacar a relucir nuestros propios sentimientos patrios y políticos irrespetando a los demás. Hoy cuando existen muchos partidos políticos de distinto color pero con los mismos patrones de antepasados, más preocupados por sus intereses de poder que por las necesidades del pueblo, que arrastran a tal o cual cantidad de seguidores que llegan a “endiosar” a sus líderes y a “satanizar” a los demás; un país que se “enorgullece” de llamarse cristiano pero que es capaz de asesinar por defender sus ideales políticos señalando a los demás como enemigos…

Y ya adivinaste, estimado lector, ¿quién está en el medio?: sí, el pueblo, pobre como siempre, con limitaciones en trabajo, educación, salud y demás servicios básicos.

Para concluir, traigo otro recuerdo: Una vez, salía del colegio en 1989 y llegué a mi casa contándole a papá que acababa de escuchar a un cabecilla de la guerrilla en el parque del pueblo diciendo que cuando ellos se tomaran el poder harían que todos tuviéramos acceso a la riqueza y papá, con la sabiduría del campesino, de haber sobrevivido a otras violencias y los años, me dijo: “Mijo, eso es lo que dicen, pero llegan al poder, se olvidan de los demás y se acomodan ellos”. Esas palabras quedaron en mi memoria y las he podido comprobar a lo largo de mi vida pues todos los candidatos a algún cargo por elección popular siempre proponen trabajo como servicio y entrega, con honestidad y lejos de la corrupción, pero cuando son elegidos no se acuerdan de sus promesas sino de cumplirle a sus “amigotes” en contra del pueblo que sigue sufriendo… Esto lo he visto en gobiernos locales y nacionales, de derecha y de izquierda. Me preocupa que se empiece a cocinar un nuevo “frente Nacional” donde los líderes se “repartan el poder” y “sigan amangüalados” (estar de acuerdo bajo la mesa pero ante la opinión pública son enemigos irreconciliables) mientras el pueblo se sigue matando, señalando y aumentando el odio de unos hermanos por otros.

Si todos los conflictos hubieran comenzado con conversaciones, no habrían existido tantos muertos ni tanto odio ni incapacidad de perdón y aceptación de las diferencias. Si sus habitante se enfocaran en las riquezas de esta tierra, qué grande se volvería su país!.

Espero que ya conozcas el nombre de ese rico, hermoso y gran país…



Leonel GRIMALDO SALAZAR
Psicólogo, Filósofo, Teólogo
Cel. 310 331 9621
www.psicologoalamano.com




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