viernes, 1 de noviembre de 2019

¡Que viva el amor libre!



Esta frase la leí en redes sociales en estos días y me causó curiosidad.

Comienzo recordando que el amor surge de la libertad, es decir que el amor, per sé, es libre. Un amor obligado dista mucho de ser amor pues no se puede obligar a nadie que ame a otra persona o nadie puede obligar a alguien a que le amen; un “amor obligado” es una forma de esclavitud.

Entonces me pregunto ¿qué quiso expresar esta persona con esta frase?. ¿Existe algo más allí?.

Es importante recordar que como padres de familia estamos llamados a sembrar valores en nuestros hijos, pero no siempre sucede así pues “cada uno habla según le haya ido en la fiesta”. Por ejemplo:

-  Si a un esposo le fue mal en su matrimonio (sea por las razones que sean), lo más probable es que enseñe a sus hijos varones que el matrimonio no es una buena opción y buscará sembrar en ellos una constante relación con la mujer basada en el irrespeto y en la utilización de la misma; de tal forma que estos varones tendrán dificultades en generar una relación estable en sus vidas porque “todas las mujeres son esto o aquello” y no se dan cuenta que son sus propios aprendizajes heredados los que les lleva a ver la realidad de esa manera.

Pero, veamos un ejemplo 2:

-  Si ha sido a la esposa a quien le fue mal en su matrimonio (sea por la razón que sea), se esforzará por sembrar en sus hijas un alejamiento del matrimonio como opción de vida, incluso llevándolas a que no se comprometan con nadie, a la utilización extrema de cuanto método de planificación exista y, en caso de quedar embarazada, la posibilidad abierta del aborto para “que no se dañe la vida”, olvidando que con este tipo de actitudes ya le habrá destruido al vida, pues dicha joven (o mujer adulta) tendrá dificultades en organizar una relación estable en su vida por los temores sembrados por su madre.

Los padres de familia tenemos una responsabilidad muy grande en la formación de los hijos y es importante aprender a sanar nuestras heridas para no trasmitirlas a quienes están en proceso de formación, confían en nuestro criterio y nos ven como un ejemplo a seguir. Con frecuencia los hijos asumen lo que ven en sus padres como algo que deben seguir, convirtiéndolo en aprendizajes que luego les van a generar dificultades en las relaciones con los demás o cuando desean establecer una relación constante como opción de vida.

He conocido a muchas personas predicar el “amor libre” y, con el paso del tiempo, verlos sumidos en el vacío y la depresión. Incluso, he conocido a padres/madres de familia que llevaron a sus hijos/hijas por caminos errados y al verlos infelices se saben culpables pero ya no son capaces de hacer nada. Padres que obligaron a sus hijos/hijas a casarse con “el mejor partido” aunque no existiera amor, o a una hija porque quedó embarazada antes del matrimonio, o aquella madre que le enseñó a su hija a “ser rebelde” creyendo que de esta manera la haría libre para decidir pero sólo la convirtió en esclava de sus propias heridas.

Recuerdo el caso de un joven de 29 años, con quien hablé una semana antes de morir de Sida, y quien en medio del diálogo me contaba que ya le había pedido a su familia que no lo llevaran más al hospital de su ciudad y que esta decisión le acarrearía la muerte en pocos días; en un momento le pregunté:

-  ¿Fue Usted feliz?

Mirándome con ojos llenos de lágrimas, me respondió:

-  No lo fui. A los 19 años me vinculé en un ambiente que me hizo creer que podía vivir mi libertad “a mis anchas” y ahora que estoy enfermo no recibo, ni siquiera, la visita de ninguno de mis amigos. Sé que voy a morir pronto y me duele haberme “dejado llevar” y ahora sé que no fui feliz.

-  ¿Puedo compartir esto con otros?.

-  Hágalo con todos los que pueda!.

No pude grabar su testimonio porque en ese momento no tenía con qué hacerlo (eso fue hace unos 12 años atrás), pero siempre recuerdo aquella situación. No profundicé en las circunstancias que le llevaron a vincularse a la situación que él mencionó, pero sí recuerdo que me habló del “amor libre” y su respuesta: no fui feliz!.

Por ello, a través de estas líneas invito a los padres de familia a que no le transmitamos a nuestros hijos las heridas que hemos acumulado en nuestra vida como verdades para ellos, dichas heridas son nuestras y debemos buscar la ayuda necesaria que nos lleven a sanarlas.

A los jóvenes que quieran vivir un “amor libre” recuerden que todos los seres humanos tenemos el derecho de sabernos libres y actuar como tal, pero la libertad implica ser consciente de la consecuencias de sus actos, pues si olvido dichas efectos dicha libertad no será tal sino libertinaje y éste termina generando muchas dificultades y cuando estés en medio de ellas comprenderás lo que hiciste con tu vida porque la soledad, el abandono y la depresión harán el resto.




Leonel GRIMALDO SALAZAR
Psicólogo, Filósofo y Teólogo
Cel. (+57) 310 3319621
https://linktr.ee/leonelgrimaldosalazar













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