Siempre que se habla de
Hipócrates, existe una referencia a la salud de un paciente por su trabajo y su
relación con la medicina moderna y su perenne presencia a través del juramento hipocrático.
Se dice que para Hipócrates era
importante no sólo la enfermedad como tal sino también el estilo de vida del
enfermo, su entorno, sus costumbres y sus antecedentes familiares; así se
darían los primeros de lo que hoy llamamos “Historia clínica”. Además, él creía
que el médico era sólo un facilitador del proceso de recuperación de sus
pacientes.
A él se le atribuyen frases como
“que tu medicina sea tu alimento
y el alimento tu medicina” y “antes de curar a alguien, pregúntale si está
dispuesto a renunciar a las cosas que le enfermaron”. Tesis que resumen lo
que hoy día se trabaja desde la psicología, teniendo en cuenta que el psicólogo
es un colaborador, un facilitador en el proceso que debe adelantar el
consultante en la transformación de su realidad y búsqueda de un estado mejor.
Así, principal agente en un proceso psicoterapéutico es el propio consultante o
paciente!.
La cuestión radica en que, con
frecuencia, no somos o no queremos ser conscientes de las causas que pueden
rodear la situación por la que se llega donde el psicólogo, incluso, hoy día,
todavía se tiene la errónea creencia que el psicólogo es capaz de adivinar lo
que le sucede al consultante.
Todo comienza con reconocer que
“tengo una realidad por mejorar, yo solo
no soy capaz y necesito ayuda”, de esta manera se abre la puerta para que
el proceso psicoterapéutico pueda tener éxito. Es allí donde las frases
atribuidas a Hipócrates cobran todo el sentido posible, pues en la medida en
que el consultante empieza a reconocer ¿qué es lo que le aflige? y ¿cuáles son
los recursos con que cuenta para su recuperación? Se empiezan a dar resultados
casi de inmediato.
Imaginemos este diálogo:
Mamá: Doctor, necesito que me ayude con mi hijo que no rinde en
el colegio.
Psicoterapeuta: Claro, con mucho gusto. Debe venir él
joven.
Mamá: La verdad él no quiere venir por su propia cuenta, pero yo
lo traigo así sea al fuerza.
Situaciones de este tipo son
comunes y en los que, en primer paso, no se podrá realizar un proceso con el
joven de la situación y habrá qué buscar estrategias para que su familia pueda
empezar a darle manejo y, quizá, poco a poco, el joven desee visitar al
profesional.
Este proyecto se abre con la
posibilidad de llegar a todos quienes puedan necesitar una ayuda profesional y
colocar mi formación y experiencia al servicio de todos.
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Leonel GRIMALDO SALAZAR
Psicólogo, Filósofo y Teólogo